Los jodedores.
Hay gente que tiene forma distinta de expresar alguna cosa, sea insustancial o grotesca o simpática, de manera que a todos nos produce risa y elogiamos su gran imaginación picaresca. Incluso es frecuente en ellos proferir palabras duras o malas palabras(obscenas) sin que nos moleste al oído ni atente al pudor. A esta gente algo especial en el habla lo llaman en Cuba “jodedores”…¿En qué se diferencia de nosotros alguien con tanta maestría? Veamos: A nosotros los normales, los del montón, puede que se nos ocurran ideas que las expresamos con mesura, o lancemos en una charla callejera combinaciones de palabras de buen razonamiento, o expongamos un chiste de excelente hechura, o hagamos una broma, o repitamos frases célebres de un fulano notorio, etc, etc, etc. Pero no, quevá. Esta gente distinta lo diría de forma distinta, con una sandunga o sazón infrecuente, porque son folkloristas ingénitos, ajiaqueros ideomáticos, acuarelistas orales, ¡JODEDORES, coño!... Lo dirían dibujando la frase, como quien hace una caricatura con bocanadas de humo, un arcoiris labial, en fin, todo dicho con una verbosidad atractiva. No tiene el gracejo ni la connotación una palabra en su boca, a vuelo lento o en picada, sea cualquier palabra, correcta o inadecuada, que en nuestra boca. Son “geniales” porque son irreverentes, graciosos, ocurrentes, oportunos, sobre todo eso, oportunos. Resumiendo, son jodedores de oficio.
Es un fricasé sabroso el diálogo donde ellos participan, y su presencia una necesidad en la caminata por la única calle concurrida del pueblo, para impedir saltemos al abismo del aburrimiento. Son un espectáculo gratuito, una alegría en el paseo dominguero dando vueltas al parque, la carcajada bienhechora en plena película soporífera del único cine, y en el stadium de pelota retumba su voz crítica con una jarana chévere, e incluso en los velorios todos quieren apegárseles y enjugar lágrimas con risitas apretadas, listas a estallar. Nunca se sabrá qué piensa el difunto, pero yo hubiera preferido morir allá y que uno de estos personajes amenizara mi velatorio. Ya están enterados cómo pienso cuando fallezca.
Ellos(a) han nacido para agradar, endulzar la vida, matar el tiempo con arma tan maravillosa, la jarana. Su vida se desenvuelve como un libro brillante repleto de chistes, burlas, picardía, doble sentido. No se atascan jamás en una oración, no dudan, no se arrepienten de lo dicho, no parece tenga frenos su agudeza ni se visualiza fin a la imaginación.
En mi pueblo, Mayarí, los hubo desde siempre y los hay ahora, aunque contados con los dedos de una mano. Famosos fueron y son. Aquí me llega a la mente uno de ellos, por citar el más fresco ejemplo de mi generación y sin estropear a otros célebres de ese género exquisito tan difícil de igualar que son los portadores del hablar jocoso, de la burla ambulatoria, que algunas veces son crueles cuando se ensañan con las víctimas de su ocurrencia. Sin embargo a la postre le perdonamos el fallo. Por eso me permito nombrar el apellido, porque casi todos los de esa familia son buenos oradores en las tertulias pueblerina, y sin que me otorgara permiso de citarlo, digo, “Barinaga”. Que pase entonces a la historia este magnífico jodedor.
Para cerrar copio una anécdota del libro de Cuentos cortos “Cañandonga, marañón y burundanga” donde pongo ejemplo de esa forma de expresión única, porque los pueblos, como los montes, tienen su flora y su fauna. Allá les va.
Titán el barbero.
En mi pueblo levantó fama un barbero por su magia a la hora del corte o la afeitada, haciendo que las tijeras dijeran palabras en su lengua pero que los usuarios sólo escuchaban un sonido uniforme, agradable por su constancia y suavidad…shas, shas, shas, shas – decían las Tijeras mientras el pelo caía y el cliente medio amodorrado se esforzaba inútilmente para evitar se le cerrasen los ojos.
Titán el barbero tenía un hijo algo intranquilo, busca pleitos y mal hablado. Uno de sus clientes era el Pastor de la Iglesia Metodista, americano él, de buen talante y disciplina justa, quien observando la actitud del muchacho le indicó al fígaro se lo mandara al Templo a escuchar sus charlas y así cooperar en hacerlo un hombre de bien.
__ Eso le hace falta a este muchacho, a ver si aprende modales – admitió el barbero.
De esa manera quedaron en mutuo acuerdo y el niño asistió el primer domingo, y algo tardío el segundo. Pero Titán lo necesitaba más en su negocio que haciendo camino al porvenir y no lo mandó al siguiente, incumpliendo su trato.
A la barbería entró el abnegado hombre de Dios, en busca de excusas.
__ Buenas tardes Titán – dijo el Pastor.
__ Buenas las tenga usted – contestó el barbero.
__ Su hijo no asistió este domingo a la Iglesia – reclamó el religioso.
__ ¿Queeé…? – se exaltó Titán y cesó el sonido de las tijeras – ¿Que ese mal nacido no fue a la cabrona misa? ¡ Si yo lo digo, carajo. Mátese usted pa’ educar al miserable hijo de puta y le paga con esa mierda…!